Continuando con nuestra serie de entregas sobre la importancia de estructurar programas más efectivos en el campo del entrenamiento y el desarrollo del talento, les comparto mis observaciones respecto al retorno de la inversión, punto en el cual se confrontan las áreas financieras y de recursos humanos.

Las mejores prácticas que he observado, me llevan a deducir que del total de recursos invertidos en programas de Formación, Orientación, Capacitación o Entrenamiento (FOCE), Solo aprovechamos un porcentaje que promedia el 60%, pero en casos más dramáticos puede ser de perdida casi total.

El asunto aquí no es negar el valor de los programas FOCE, es revisar la forma en que gestionamos el proceso y determinar los agujeros a través de los cuales el presupuesto hace aguas.

La gráfica con la que acompaño esta nota resume los casos más dramáticos y sus causas más recurrentes.

Una sesión de entrenamiento entrega al grupo un volumen determinado de información (100), la primera decantación resulta fácil de analizar…no toda la información, es aplicable al contexto de la organización, es decir que puede ser muy útil en otros contextos, más no en el nuestro.

La segunda ronda de filtro se da cuando tomamos lo que sí nos sirve (conocimiento significativo) pero muy poco de este se implementa en la organización, es decir aprendimos cosas que podrían ser útiles, pero no las hacemos.

Avancemos al tercer nivel, de aquello que empezamos a poner en práctica, poco a poco vamos perdiendo el impulso, generalmente por fallas en la supervisión y el seguimiento.

Como vemos ahora se reduce más lo que podíamos haber potenciado.